Desde el pasado 21 de agosto FIFA resolvió intervenir la AUF (Asociación Uruguaya de Fútbol), organismo rector del fútbol de aquel país.
El motivo? La supuesta crisis institucional por la que pasaba el fútbol de Uruguay, en donde debían elegirse nuevas autoridades pero ninguno de los candidatos alcanzaba la mayoría.
Sin embargo esa coyuntura, la de no conseguir una mayoría en primera instancia, estaba dentro de la normativa vigente, y los clubes se encontraban acordando para alcanzar nuevas mayorías.
Entonces, si no había ninguna irregularidad reglamentaria, por qué decidió FIFA intervenir?
Porque el fútbol uruguayo tiene algunas características que lo hacen muy particular, bastante alejado de lo que sucede en Europa, y que conviene repasar para entender.
Uruguay, fútbol grande en un mercado chico
Uruguay es un país de apenas 3 millones de habitantes, la mitad concentrada en su capital, Montevideo.
Sin embargo, pese a su tamaño, se trata de una de las principales potencias futbolísticas a nivel mundial, uno de los 8 países campeones en casi 100 años de competencias mundiales de selecciones, siendo además el país de sudamérica más ganador a nivel de selecciones en competencias continentales, habiendo ganado 15 Copas América, lo que lo hace el país que más ha ganado en esta justa.
Sus dos equipos principales, Peñarol y Nacional, acaparan alrededor del 80% de la afición de aquel país, y ambos han sido muy exitosos local e internacionalmente. El Club Atlético Peñarol reúne 51 campeonatos uruguayos, 5 copas Libertadores de América, y 3 copas Intercontinentales, en tanto el Club Nacional de Football suma 46 campeonatos uruguayos, 3 copas Libertadores de América, y 3 Intercontinentales.
En resumen, el fútbol forma parte de la identidad nacional de aquel país, más que en ningún otro lado.
Pero con un mercado tan pequeño, las instituciones con menor cantidad de adherentes deben repartirse entre todas menos del 20% de la población, que ya de por sí es pequeña, lo que genera por consiguiente que dichas instituciones tengan frecuentes dificultades económicas.
Paco Casal
En la década del 90 hace su aparición pública en uruguay un contratista y representante de jugadores llamado Paco Casal, que ha estado siempre rodeado de gran polémica.
El llamado "Grupo Casal" comenzó representando a los más importantes jugadores de aquella época, y pronto acaparó buena parte del mercado, transfiriendo jgadores de todos los equipos de primera división del Uruguay.
Las dificultades económicas de las instituciones generó que el Grupo Casal comenzara a prestar dinero a diferentes instituciones para poder seguir funcionando, "a cuenta" de futuros pases de jugadores que esas instituciones que eventualmente surgieran.
En aquel contexto, con muchas instituciones debiéndole favores a este grupo económico, virtualmente hegemónico en la representación de jugadores, hacia fines de la década de los 90s se crea "Tenfield", empresa del Grupo Casal interesada en comprar los derechos televisivos del fútbol del Uruguay.
La oferta de Tenfield fue de 50 millones de dólaresen 1998, contra 85 millones de la otra empresa interesada.
Sin embargo, los clubes, en asamblea de la AUF resolvió otorgarle los derechos a Tenfield.
En aquel contrato la empresa televisiva además tenía decisión sobre los días y horarios de los partidos, la forma de disputa de los campeonatos, la publicidad estática del Estadio Centenario y los estadios desde donde se trsnsmitieran partidos de fútbol local, pero también derecho a transmitir los partidos de la selección uruguaya y su esponsorización, entre otras atribuciones.
Luego de aquello, en cada ocasión en que la AUF o sus clubes tenían dificultades económicas se le solicitaba dinero a la empresa Tenfield a cambio de extender el plazo del contrato una y otra vez. Al día de hoy los derechos están comprometidos por contrato hasta el año 2025.
Los nuevos estatutos de FIFA
Paralelamente FIFA comenzó a exigir a la AUF y las demás federaciones que actualizaran sus estatutos, de acuerdo a ciertos principios indicados por FIFA.
En Uruguay, la adopción de dichos estatutos significaban una cambio importante en el balance de poder, donde ya las decisiones dejaban de estar en manos de 12 o 13 clubes, más un reppresentande de la divisional del Ascenso, sino que debían contemplarse otra cantidad de actores, como los jugadores, los árbitros, asi como otras categorías del fútbol, como el fútbol Sala, a modo de ejemplo.
La asamblea de clubes que gobierna la AUF fue dilatando la adopción de un nuevo estatuto, al punto que FIFA le diera plazo hasta el 2 de diciembre para cumplir sus exigencias.
El pasado mes de agosto la AUF tenía elecciones de su Ejecutivo, elección que realiza la asamblea de clubes actual, ya que la nueva composición iría de la mano del nuevo estatuto.
Pero la elección del nuevo ejecutivo se fue dilatando por un escándalo con acusaciones a la dirigencia en ejercicio, candidatos que retiraron sus candidaturas, y otros que no alcanzaban mayorías.
La intervención
En medio de eese convulsionado panorama FIFA resolvió intervenir la AUF, y aunque reglamentariamente AUF estaba dentro del plazo dado por FIFA, y siguiendo mecanismos reglamentarios, la intervención fue recibida con amplio apoyo por parte del público, que vio en dicha intervención el fin de la influencia de la empresa Tenfield.
Los interventores elegidos son políticos de la oposición
Sin embargo, la intervención de FIFA, bien recibida por el público en general en un inicio, comienza a mostrar cada vez más detractores, y ya la opinión pública no aparece tan conforme.
Por qué motivo?
Porque las personas que FIFA escogió como interventores despiertan suspicacias.
Uruguay está gobernado desde hace 15 años por una coalición de izquierda, que ha ganado las últimas 3 elecciones, y se prepara el año próximo para tener nuevas elecciones.
Vale recordar que Uruguay es un país con uno de los sitemas republicanos más estables y respetados de América Latina, y es el país que tiene menores índices de corrupción política del continente.
Políticamente el país está dividido casi al medio, por una parte el partido de gobierno, el Frente Amplio, que obtuvo algo más del 50% de los votos de la ciudadanía, y por otro lado dos partidos de derecha, uno liberal y otro conservador y nacionalista, los partidos Colorado y Blanco.
El líder del Partido Colorado, que cuenta con alrededor del 10% del electorado es Pedro Bordaberry, candidato a la presidencia del Partido Colorado en las dos últimas elecciones, e hijo del dictador Juan María Bordaberry, que diera el golpe de estado que inició la dictadura de derecha que sufrió Uruguay entre 1973 y 1985, procesado luego del regreso a la democracia por atentado a la constitución y crímenes de lesa humanidad.
Pedro Bordaberry, una de las principales figuras de oposición fue el elegido por FIFA para intervenir la AUF en calidad de Presidente Interventor, acompañado por un ex futbolista, Andrés Scotti, y el diputado Armando Castaingdebat, representante del otro partido oposición, el centroderechista Partido Nacional.
Así, FIFA, que en su discurso boga por una total autonomía del futbol respecto de la política de los países, interviene una federción, en un año previo a unas elecciones nacionales poniendo al frente a dos miembros de los dos partidos políticos de la derecha opositora, y siendo uno de ellos además hijo del dictador que cometió diversos crímenes contra el país y sus ciudadanos.
Esto, para una opinión pública mayoritariamente de izquierdas ha sido como un violento anticlímax a la alegría inicial con que la población recibió la noticia de la intervención.
Las redes sociales se llenaron de inmediato y hasta hoy de memes, vinculando el pasado antidemocrático de Bordaberry padre con la actual presidencia de hecho y por imposición de su hijo.
Y es que FIFA, que tan mala imagen arrastra de los episodios de corrupción de los útimos años se las arregla para hacer las cosas mal aún cuando intenta hacerlas bien, logrando cambiar aplausos por abucheos en un solo movimiento equivocado.
Diversas voces se han escuchado manifestando públicamente si es una buena señal de neutralidad política de FIFA meterse en un país en un año electoral a imponer figuras notorias de los dos partidos de la oposición al frente del fútbol, ícono identitario de aquel país.
Por aquello de que en lo que a honestidad refiere, no sólo hay que serlo, sino también parecerlo.